viernes, 27 de julio de 2012

Turista en mi pago

Mis cortas vacaciones, que son del verano pasado aunque las haya tomado en pleno invierno, no preveían más desplazamientos que el concretado ayer a Bahía Blanca, la ciudad donde nací y transcurrió el primer tercio de mi vida.  



*Huecuvú mapú, para los habitantes originarios
*Bahia de los Bajos Anegados, para el explorador Hernando de Magallanes

*White Bay, para el aventurero, Capitán Benjamín  Morrell

*Fortaleza Protectora, para el gobernador Juan Manuel de Rosas

*Aldea de paso para Charles Darwin, al tiempo que concebía su teoría de la evolución

*Pago Chico, para el escritor Roberto Payró

*La chacra asfaltada, para el periodista Roberto Vaca (“7 Días”, 1972)

    Allí transité escuelas primarias y secundarias, breve incursión universitaria y primer trabajo formal.

   Parecía difícil sentirme turista en ese ámbito, sin embargo lo logré haciendo recorridos en sentido contrario al habitual, caminando veredas que jamás había pisado.

Por caso las diez cuadras que anduve por calle Corrientes y su continuación 12 de Octubre

Según revela la historia, esa vía coincide con un tramo del Zanjón de Rosas, primera gran obra de ingeniería realizada hacia 1834 como defensa de la Fortaleza, ante la resistencia de los pobladores aborígenes desplazados de esas tierras por las campañas militares.



Presté atención a muchos edificios, nuevos y viejos
                                   Torre del bicentenario (ex-Centro Cívico) por fin terminada.
                                           Paseo del Castillo,  vistoso y poco concurrido

                                           Reciclado en Avenida Alem. De residencia a restó
                                            Restaurado. Antigua sede del Instituto Tecnológico,
                                             antecesor de la Universidad Nacional del  Sur

                                                   Un tantito descuidada
                                       La casa catalana en la primera cuadra de Rondeau.

 Descubrí una calle...


Que me llevó a la plaza…

Donde los payasos divertían a los chicos (¿o al revés).



Pude descansar un poco, a la sombra de un generoso ombú




Culminando mi tour, pensaba visitar otro edificio notable, donde transcurrieron muchas horas de mi adolescencia, investigando temas, trabajando en grupo: la Biblioteca Rivadavia.


 La multitud, de grandes y chicos, que hacía cola para el espectáculo “La mar en coche” me hizo desistir.

De inmediato recordé la osadía que tuvimos con mis compañeros del último año de secundario, con quienes creamos y actuamos una obra infantil en ese mismo escenario. Claro que la concurrencia no fue ni parecida a la que ayer convocaba este grupo musical.

En aquella oportunidad, los únicos que nos divertimos, fuimos nosotros.
------------------------------------------------------------------------

Nota: Los datos históricos fueron leídos en el libro "La Bahía Epica", de César Puliafito, editado por LNP en 2010.-

   

10 comentarios:

  1. Hola Silvia!
    Me encantó tu relato. Está buenísimo andar por calles no conocidas de lugares conocidos, uno se lleva muchas sorpresas. Y vos, por lo visto, te llevaste unas cuantas!
    Besos!
    mi

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hola Micaela! Me alegra saber de vos. Comparto ese gusto de andar por calles no conocidas, no habituales. Suelo hacerlo cuando salgo a caminar por la ciudad donde vivo y elijo recorridos nuevos. Siempre descubro algo interesante.
      Besitos.
      Silvia

      Eliminar
  2. A mí me gusta mucho tu chacra asfaltada! Y lo lindo que es descubrir cosas nuevas, me encanta que lo disfrutes!
    Para mí, muchos recuerdos de infancia y adolescencia, por lo general de paso hacia BsAs, Monte Hermoso o Ing White, pero tengo un recuerdo divino de cuando fui a rendir mi examen final de inglés a la Cultural, tres días con 7 compañeras, la pasamos bomba!
    Beso Silvia!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que bueno lo tuyo Eli! Por suerte hay más gente que tiene buenos recuerdos de Bahía. Algunos me ladran cuando se la nombro. Pero tal vez sean resentimientos personales, que igual los tendrían por cualquier otro lugar.

      Eliminar
  3. Lindas postales. La de la casa catalana la sacaste de la vereda del edificio donde vive mi mamá. Yo también he descubierto Bahía ahora que mis viejos viven allí, siempre fui de Punta Alta y sólo iba a visitar parientes, nunca a pasear.
    Lindo recorrido

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por lo general vamos con un meta fija y el tiempo acotado, por eso esta vez, sin destinos ni horarios, me dediqué a mirar, disfrutar, tomar fotos.

      Eliminar
    2. Me apenó un poco ver, vecina a la Casa Catalana, la hermosa librería SALCO cerrada. Como consuelo, pasé por "Los Marplatenses", a comprar medialunas bien crocantes.

      Eliminar
  4. Pues de alguna forma has hecho recorrer también todos aquellos queridos lugares de tu biografía a alguien que vive al otro lado del océano.

    A todas aquellas eminencias que vieron Bahía Blanca con sus ojos, añade también a JuanRa Diablo :p

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado JuanRa, a nadie tanto como a vos (uso apelativo argentino), te corresponde estar en esa nómina.
      El nombre que daban al lugar los habitantes primitivos, en lengua mapuche es: Huecuvú Mapú, que significa: Tierra del Diablo.

      Eliminar
    2. Habrás notado que a este lado del Océano, en esta ciudad(y en casi todas), las construcciones copiaron los estilos europeos, todos mezclados. En esas pocas imágenes hay edificios franceses, italianos y españoles, erigidos a principios del siglo XX.
      Luego, para completar la ensalada arquitectónica, se comenzó a mirar para EEUU: chalets californianos, edificios en altura, frentes vidriados y ahora los shoppings, todos iguales.

      Eliminar